lunes, 29 de abril de 2013

La Trilogía Cube. Coreografía: Kulbik y Juan Carlos Valls. Poemas de Ulises Paniagua

 
Estimado lector. Si mi atrevimiento no te abruma, comparto contigo una de las más bellas sorpresas en la vida de un oscuro escritor. Un día decidí publicar un poema, en una página vecina, como se tira una botella al mar. Alguien en Barcelona, para ser precisos un magnífico coreógrafo de nombre Kanga (Juan Carlos Valls), lo tomó para integrarlo y desarrollarlo en un proyecto que le venía dando vueltas en la imaginación, como propuesta dancística.
         Así nació Cube, un video que Kanga y su grupo coreográfico Kulbik desarrollaron a manera de trilogía, de manera magistral. Trabajo que valió para el coreógrafo, los bailarines de la compañía y este humilde poeta, el 1er. Lugar en el Concurso Nacional de TV Española, "Tú sí que vales".
       Espero disfruten de los video tanto como un servidor. Y compartan un poco de la alegría que representa, en este azaroso oficio, lanzar una botella al mar. El trabajo coreográfico y su ejecución hablan por sí solos.
 
 

 
The Cube
(Kanga, Kulbik)
 


Ánim
(Kanga, Kulbik)



Voluntad
(Kanga, Kulbik)





La Biblioteca Habitable de Lezama Lima

¿Me habló de un proyecto de biblioteca habitable?
 
 
(Foto extraída del sitio Biblioteca de Kansas City)
 

"Usted saca afuera ahora ese gato desvelado. Es, digamos, un proyecto reiterado de la duermevela. Al enunciarlo, aparece como el influjo irremediable de Borges. Borges adoptó, ahijó, a las bibliotecas, sobre todo las desmesuradas y laberínticas. Si ahora concibo una confortable biblioteca-hogar, parece que no puedo prescindir ni de su tigre de palabras, apresado y escapando siempre. Mi biblioteca imaginada tendría amplios salones iluminados y un mínimo de paredes y muros: sería comunicable y comunicante, de puntal alto y techo de dos aguas. Y además, cómo no, con un número aceptable de ventanas y sillones, pues acostumbro, para dicha de la corpura y la suavidad de los glúteos, permanecer sólo donde haya una ventana y un sillón, una para viajes cortos por la luz y el otro para periplos de más largo alcance. La biblioteca tendría, claro, trozos de cielo  -sería una especie de biblioteca a cielo abierto-, tendría, claro, alguna espléndida luz de mediodía, árboles y pájaros respectivos, luna y puñado de soles tiritando en la oscuridad de un pedazo de noche. Habría olores trasegando, por supuesto: el nocturno y furtivo del jazmín y el diurno de la calandria colgando de sus penachos rosados. Y perfumes bien condimentados de frijoles negros, por ejemplo, de quimbombó, por ejemplo, de plátanos maduros o verdes a puñetazos. Y algunas otras golosinas de carne. Y café en el ambiente. De ninguna manera faltaría un baño íntimo, acogedor, con algunos buenos títulos en el estante, para refrescar las vehemencias que se sufren en el trance de aligerar. En fin, un paraíso o Paradiso calientito. Algo bien pensado, amigo, no tema, para quien subsiste con letras, engorda con lecturas, nutre con palabras el protoplasma, entra en solfa después de lecturear. Este proyecto de biblioteca, posible porque es imposible, es susceptible de cambios y sugerencias y permanece abierto de par en par. Se le puede agregar algo de cualquier imaginación o naturaleza. Un hidratante contra incendios. Un manantial a la entrada. Hamacas para siestas y algún paraguas para capear temporales. Y si lo desea, algo, una regadera o manguera para mantener el jardincito, sí, porque ni los jazmines ni las calandrias viven de chuparse el codo. Ese es mi proyecto: una majadería, una quimera con alas de papel."

José Lezama Lima 
(Fragmento de una entrevista)



jueves, 25 de abril de 2013

Ahmad Abdel-Muti Hiyazi (Poema)


ESCULTURA


Ahmad Abdel-Muti Hiyazi
(Egipto, 1935)


Ese cuerpo, tú no lo posees.
Tú no lo eras, ese cuerpo, cuando entraste de pronto
en mi cuarto, y te sentaste en mi silla.
Tu cuerpo, esa visita incierta, vino
como una sombra adornada por tu ropa
y se desnudó para aislarse en su propio rincón.
Déjalo en la confusión de los tiempos
y aléjate
quiero descubrir su secreto
dialogar con él por medio de mi boca y mis manos
para que evoque su infancia
la edad previa a los recuerdos
las palabras que no fueron pronunciadas
los torbellinos de sangre alegre de la juventud
olvidando mañana, su aurora y su tarde.
Si fuera un tigre hambriento
le daría una copa de vino
y encendería fuego en la chimenea.
Si fuera una yegua desatada
con sus crines al viento
la seguiría en el espejismo
y la buscaría hasta el fin de los tiempos
para regresar con ella
pero sin domarla:
¿cómo atrapar un relámpago?
¿cómo encadenar la brasa del alma?
Sin embargo, bailo con ella toda la noche
hasta el amanecer cuando ella revive
como mármol despierto,
desligada, libre,
feliz en un tiempo eterno,
revelando su corazón y buscando su deseo
perdido en las tardes y los jardines solitarios
dibujando con su desnudez interior
imágenes que aparecen una tras otra
sobre sus miembros
como los velos transparentes de sombra y de luz
que caen en lluvia de crepúsculo sobre sus hombros
y hacen como que respiran sobre ese cuerpo al que visten y
     /desvisten.
Cada vez que el cuerpo extiende una pierna
o suspira o descubre su blanco pecho
o acaricia su cabellera negra
el tiempo se detiene un instante
y retoma su ritmo
cubriendo de sombras las frescas colinas
y de luces las cimas
como una fuente que corre
se vuelve transparente sobre los guijarros
y sombra entre las sombras
haciéndose espuma
finalmente.
Le he dicho al cuerpo cuyo ardor se ha calmado durante la noche
y que se ha vuelto una idea en mi cabeza:
–Vuelve a ser lo que eras, mi dueño.
Pero aquello que fue nunca regresa.

          (Versión de Jean-Clarence Lambert y Rodolfo Alonso)




jueves, 11 de abril de 2013

Tres Poemas de Czeslaw Milosz

Czeslaw Milosz
 

                                 
 
 
Reseña biográfica

       Poeta polaco nacido en Szetejnie, Lituania, en 1911.
Al terminar estudios universitarios en Wino, fundó el grupo
literario "Zagary" y publicó en 1930 los primeros volúmenes
de poesía mientras trabajaba en la radio polaca. Desde 1932
lideró el movimiento vanguardista y durante la II guerra
Mundial participó activamente en la resistencia a la ocupación
nazi. Posteriormente viajó a Washington como diplomático, y
al romper con su gobierno se exilió en Francia durante la década
de los años cincuenta, produciendo varias obras en prosa que le
merecieron el "Premio Literario Europeo".
         Desde 1961  hasta su muerte, vivió en California donde ocupó
la cátedra de Lenguas y Literatura Eslava de la Universidad de
Berkeley. En 1977 recibió el título de Doctor Honoris Causa en
Letras por la Universidad de Michigan y en 1980 el Premio
Nobel de Literatura. Tradujo al polaco obras de Baudelaire,
T. S. Eliot, John Milton, Shakespeare, Simone Weil, y Walt
Whitman. Falleció en agosto de 2004.
 


Una vida feliz

Su antigua edad cayó en años de abundante cosecha.
No había terremotos, sequías o inundaciones.
Parecía como si el cambio de las estaciones ganara en constancia,
Las estrellas crecían vigorosas y el sol aumentaba su poder.
Aún en remotas providencias no se agitaba la guerra.
Las generaciones crecían amistosas hacia el prójimo.
La naturaleza racional del hombre no era un motivo de irrisión.

Era amargo decir adiós a la tierra renovada.
Estaba envidioso y avergonzado de su duda,
Contento de que su lacerada memoria desaparecería con él

Dos días después de su muerte un huracán arrasó las costas.
Humo vino de los volcanes inactivos por un centenar años.
La lava se extendió por los bosques, viñedos y poblados.
Y la guerra comenzó con una batalla en las islas.


 
 
 
Nunca de ti, ciudad

Nunca de ti, ciudad, he podido irme.
Larga fue la milla, pero algo me retrocedía como a una
pieza en el ajedrez.
Huía yo por la tierra que rodaba cada vez más rápida
Y siempre estuve ahí: con los libros en mi morral de lona,
Clavando los ojos en las pardas colinas detrás de las torres
de Santiago
Donde se mueven un pequeño caballo y un hombre pequeño
detrás del arado,
Ciertísimamente desde hace mucho ya muertos.
Sí, es verdad, nadie comprendió la sociedad ni la ciudad,
Los cines Lux y Helios, los letreros de Halpern y Segal,
El paseo en la calle de San Jorge, llamada de Mickiewicz.
No, no los comprendió nadie. Nadie lo ha logrado.
Pero cuando la vida transcurre en una sola esperanza:
De algún día ya sólo quedan claridad y distinción,
Entonces, muy a menudo, da pena.

Versión de Jan Zynch
 
 
 
 
  Noticias

De la terrena civilización, qué diremos?

Que fue un sistema de coloreadas esferas vaciadas en vasos ahumados,
Donde un luminiscente hilo líquido se mantuvo envuelto y desenvuelto.

O que fue una imponente colección de repentinos resplandores de palacios
Destrozados a tiros desde una cúpula de macizas puertas
Detrás de la cual anduvo un monstruo sin rostro.

Que cada día se echaron las suertes, y que quienquiera que se arrastró bajo
fue conducido hasta allá como sacrificio: ancianos, niños,
                                                                                             muchachas y muchachos.

O pudiera ser de otra manera: que vivimos en un vellocino de oro,
en una red de arco-iris, en un capullo de nube,
Suspendidos de la rama de un árbol galáctico.
Y nuestra red fue tejida de materia de signos,
Jeroglíficos para el ojo y el oído, amorosos anillos.
Un sonido retumbado adentro, esculpiendo nuestro tiempo,
El pestañeo, aleteo, gorjeo de nuestro lenguaje.

Que nosotros pudimos tejer la frontera
Entre dentro y sin, luz y abismo,
Si no, desde nosotros mismos, desde nuestro propio cálido aliento,
Y lápiz labial y gasa y muselina,
Desde el latido del corazón cuyo silencio hace el mundo morir?
O quizá, no diremos nada de la terrena civilización.
Para que nadie realmente conozca lo que fue.


Versión de Rafael Díaz Borbón
 
 
 
Extracto del blog http://www.amediavoz.com/milosz.htm#UNA VIDA FELIZ