Nota cósmica
Ulises Paniagua
Notimex, Marzo, 2038
Durante las últimas semanas hemos informado el avistamiento de OVNIS[1]. La televisión y las redes sociales comparten a diario los arribos de
tales artefactos a diversos puntos de la ciudad. A pesar de una polución
alarmante y de una gentrificación de miedo, se ha visto descender a los OVNIS en helipuertos de edificios gubernamentales, en plazas públicas, en alguna
que otra azotea.
Si en un inicio la gente
se mostró aterrada ante la aparición de seres oscuros y viscosos (quienes
poseen tres corazones y cuatro pulmones), se ha habituado ya a los gestos
pacifistas de los visitantes cósmicos. “El problema no son los extraterrestres,
sino los representantes de la ciudad”, declaran los capitalinos que se han dado
a la tarea de establecer diálogos intensos, a través de un lenguaje de señas,
con los seres espaciales.
Y es que el gobierno de
la ciudad promulgó una ley donde, por cada aterrizaje, se gravará un alto
porcentaje de impuestos tanto al propietario de la nave espacial como al dueño
del terreno o casa donde el vehículo aterrice. Por otra parte, se ha anunciado
la implementación de inmovilizadores, comúnmente llamados “arañas”, para los OVNIS aparcados en calles o plazas concurridas del Centro Histórico.
Fuentes cercanas a nuestros amigos espaciales
revelan su intención de huir pronto. Hartos de la corrupción, el cohecho, “la
transa” y la imposición, los extraterrestres desisten del contacto humano. No
nos asombremos si los aterrizajes espaciales se vuelven menos frecuentes. Ustedes
disculpen, visitantes de otro mundo, ocurre que este país es una vergüenza.
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